21 ladores, otro sistema integrado, son ideales para regular la humedad y mantenerla en el nivel óptimo. Un tándem perfecto que previene la oxidación y la evaporación del vino, al tiempo que evita la proliferación de bacterias y los malos olores. Frescor duradera Los frigoríficos y congeladores actuales disponen de distintos e innovadores sistemas para mantener los alimentos en óptimas condiciones y en perfecto estado. Sobre todo porque las bajas temperaturas de estos electrodomésticos permiten que el crecimiento de los microorganismos se vuelva más lento. De ahí la importancia de mantener una temperatura idónea para conservar los alimentos en frío. Así, el congelador debe estar por debajo de -18ºC, mientras que, en la nevera, las carnes y pescados tenemos que mantenerlas entre 1 y 4ºC, y el resto de alimentos entre 5 y 8ºC. Destacar que en los modelos tradicionales, la zona más fría de la nevera es la que está en contacto con el congelador, es decir, el estante de arriba, a la vez que en los modelos combi, esa parte más fría corresponde a la balda que está justo encima de los cajones para las verduras. Para mantener esa conservación óptima, también se aconseja guardar primero, cuando hayamos hecho la compra, los alimentos congelados y después los alimentos frescos en el frigorífico. En cuanto a la distribución en sí, las carnes, pescados y platos preparados deben estar en la zona más fría del frigorífico, y las verduras y frutas en la más templada, evitando amontonar los productos para que el aire circule entre ellos y se refrigeren de una manera rápida y eficaz. Respecto a la conservación en sí de los alimentos, destacan algunas técnicas y tecnologías que tienen como objetivo prolongar la vida útil de los alimentos para que duren más tiempo sin que se altere su aspecto, textura, sus propiedades nutricionales o su sabor. En este sentido, se buscan procesos alternativos a envasar al vacío, pasteurizar o ultracongelar, pero ofreciendo alimentos duraderos y sin aditivos para un consumidor cada vez más exigente. De ahí que empiecen a sonar con fuerza nuevas tecnologías como el agua electrolizada, los ultrasonidos o el plasma frío para la conservación de los alimentos. Es el caso del procesado por alta presión (HPP), no usa frío ni calor, sino unos niveles muy elevados de presión hidrostática. La tecnología actual permite alcanzar hasta 600 megapascales o 6.000 bares. Esta presión elimina los patógenos y permite destruir parásitos y algunos mohos y levaduras, entre ellas, la salmonela y la listeria. Además de que cuenta con otra ventaja, como es el hecho de que no hace falta añadir conservantes ni los colorantes o potenciadores del sabor, necesarios al usar otros métodos térmicos de conservación. De esta manera, gracias al auge de alimentos frescos y listos para usar (guacamole, purés de frutas, hummus, tomate triturado para las tostadas, etc.), esta tecnología se ha erigido como una de las de mayor crecimiento. Por su parte, la irradiación permite que la carne se conserve casi un año, pues este sistema reduce o elimina los microorganismos que pudieran corromper el alimento sometiéndolo a rayos gamma, rayos X o haces de electrones. Todo ello permite que algunos alimentos puedan llegar a durar meses sin necesidad de refrigeración. Este sistema permite, por ejemplo, que los astronautas puedan comer carne en el espacio aunque se averíen los refrigeradores. Para la Organización Mundial de la Salud (OMS) se trata de un sistema de conservación seguro, que no compromete la calidad nutricional, ni cambia el gusto, textura o apariencia de los alimentos. Aplicada a la fruta, la irradiación retarda su maduración y elimina los insectos que pudieran ir dentro de la pulpa, mientras que por lo que se refiere a la carne fresca, esta puede durar más de medio año sin necesidad de nevera. Por último, con el sistema de electricidad contra las bacterias, o electroporación, (sustituto del método de pasteurización), una tecnología que funciona muy bien con alimentos líquidos, los alimentos se introducen en una cámara y se les somete a algo similar a las descargas eléctricas. Estas descargas agujerean las membranas celulares de los microorganismos patógenos, dejando intactas las vitaminas, los minerales, las proteínas y los pigmentos que dan color y sabor. Esta innovación tecnológica está usándose en las fábricas de patatas fritas congeladas, ya que se agujerean las membranas celulares de la patata, por lo que son más fáciles de pelar, se rompen menos y permite conseguir patatas largas y finas en casa, como las de los restaurantes de comida rápida. Además, al estar menos duras, no es necesario usar tanto aceite para freírlas.
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